lunes, 19 de noviembre de 2012

Molinos El Guanche



Narciso Henríquez. Molinos El Guanche
Antonio Salazar


Molinos el Guanche es una empresa originaria de la Isla de la Palma que fue fundada en 1968. Es tal su raigambre que en la Isla Bonita se la conoce sencillamente como el 'molino de gofio', una de esas conquistas empresariales muy meritorias cuando, haciendo bien las cosas, consiguen que la actividad sea identificada con un operador que satisface necesidades. Hace tiempo que traspasó fronteras y ese es el objeto de nuestro encuentro digital, pues en próximas publicaciones iremos conociendo a empresas y empresarios que han decidido invertir en el exterior, observar qué dificultades comparativas encuentran y entender un poco mejor aquellas cuestiones que nos ayudarían a mejorar el emprendimiento en nuestra comunidad.

Molinos El Guanche está en su segunda generación por más que su fundador, Narciso Henríquez, sigue tomando las decisiones estratégicas que le han permitido llegar hasta aquí y que, observa, harán posible alcanzar la cuarta generación, una de las ilusiones que mantiene.

Pregunta: Ustedes decidieron en 1983 que debían salir de La Palma, buscar mercados fuera de la isla., primero en el Archipiélago y luego en el exterior.. ¿Qué les lleva entonces a tomar esa decisión?
Respuesta: Disponíamos de una infraestructura y capacidad de producción superior a lo que demandaba un mercado local de 80 mil habitantes. Pensamos que debíamos aumentar nuestro mercado para no infrautilizar la fábrica, consiguiendo disminuir los costes de producción. Miramos para el resto de las Islas, nuestro mercado natural, y tras observar la competencia -que era mucha pues en casi cada municipio había un molino-, encontramos un nicho de mercado ofreciendo un producto totalmente diferenciado en cuanto a sabor, textura y componentes que encajaba perfectamente en nuestra línea de producción. Por aquel tiempo, en la provincia de Las Palmas de Gran Canaria se fabricaba solamente gofio de millo, por lo que nuestra gran oportunidad fue poder ofrecer a las amas de casa nuestro gofio de trigo. Como no existía ese producto, no tuvimos competencia y el ser pioneros nos permitió obtener una importante renta de posicionamiento que se ha mantenido en el tiempo

P: El gofio ha sido un producto que ha matado mucha hambre, asociado a tiempos complejos al que quizás no hemos tratado con justicia. En cuanto fuimos adquiriendo algo de poder adquisitivo, lo desterramos de nuestra dieta. Sin embargo, con la dureza de la actual situación, ¿cómo se está comportando?
R: La crisis no ha repercutido en el consumo del gofio; según entendemos nosotros, el consumo de un producto depende de muchos factores, pero sobre todo del conocimiento que se tenga del mismo. En el caso de nuestro gofio, es cierto que se pasó de un hábito por necesidad, ya que el campesino disponía de la materia prima para su fabricación, a una generación de gran oferta de productos y grandes campañas de publicidad que nos inducían a abandonar nuestros hábitos de alimentación e imitar países más prósperos que nosotros, en el convencimiento de que si ellos eran grandes consumidores sería en base a un mejor producto que el nuestro. Nos iniciaron en el consumo de los mal llamados cereales para el desayuno. Digo mal llamados porque si miramos su composición en la mayoría de los casos son productos complejos que lo que menos tienen son cereales, pero sí una gran dosis de aditivos, conservantes, colorantes y todo ello con formas atractivas para que el niño se sienta inducido a demandar su compra. Hoy en día contamos con una generación bien formada y que mira cada vez más, no solo la composición de un producto, sino como ha sido producido y donde ha sido cultivado. Todo ello se nota, nosotros lo notamos, con una lenta pero imparable recuperación de la demanda del gofio

P: En 1992 toca mirar hacia el exterior, en concreto hacia África. ¿Por qué?
R: Ya estábamos consolidados en el mercado canario y es lógico que buscásemos ampliar nuestro mercado. Empezamos a estudiar opciones y la de África tenía una componente lógica pues sumábamos la naturaleza de nuestros productos como su carencia de alimentos saludables. Nos instalamos en Senegal en 2001 por dos razones fundamentales, por proximidad y por estabilidad política. Iniciamos nuestra andadura con la creación de una sociedad (Palmasen) y un estudio riguroso de mercado que nos definía el producto que mejor cuadraba con su población. Para nuestro éxito fue clave, sin duda, saber renunciar en aquel momento a nuestra marca, nuestro logo y nuestra forma de consumo para encauzar el producto a la demanda del lugar. En 1995 ya habíamos accedido a varias licitaciones y concursos de ayuda humanitaria de la Unión Europea, destinados a países como Mauritania y Argelia, con lo que empezamos a saber exportar, algo que seguimos haciendo hoy en día a países como Alemania, Italia o Reino Unido, donde hay consumo de gofio

P: En Senegal tienen por tanto ese primer establecimiento. Ese país siempre se vio como la puerta de entrada hacia otros mercados de países miembros de la UEMOA (Unión Económica y Monetaria del África Occidental) que comparten la moneda (CFA) y un idioma más o menos común con todos los matices que cabe hacer (francés). ¿Fue también su caso?
R: Hoy nuestros productos se pueden comprar en todo el país y en algunos puntos de Guinea y Gambia. Para hacerlo, hubimos de aumentar nuestra estructura de distribución, por lo que creamos otra sociedad en Thies (Palmathies) siendo esta población un buen nudo de comunicaciones de carretera y tren para el centro de Senegal y los países del entorno. Así mismo y con el fin de disminuir los costes de establecimiento y personal, creamos otra empresa agrícola dedicada a la producción de mangos (Sagritas). En este momento contamos allí con 12 trabajadores, dos gerentes que supervisamos desde aquí pero dependiendo de las necesidades viajamos a la zona, aunque nunca superamos dos meses sin desplazarnos hasta allí. Nos gusta estar encima del negocio

P: Hablamos mucho en España de lo complejo que resulta abrir una empresa aquí. Un laberinto burocrático que imposibilita u obstaculiza el emprendimiento. Según su experiencia, ¿fuera es más sencillo?
R: Montar una empresa es siempre muy complicado, lo mismo en España que fuera de aquí. Para una pequeña empresa, implantarse en el exterior es muy gravoso, sobre todo si careces de una formación en idiomas, desconoces el mercado, las costumbres y forma de ser del nativo. Por eso resaltaba nuestra cualidad, no haber mantenido un sistema rígido en Senegal, replicando nuestro modelo de La Palma. En el mundo comercial, hoy en día, hay que tener respuestas rápidas y acertadas pero si no se cuenta con el conocimiento de un idioma y no se conoce a fondo el mercado es muy complicado acertar.

Según los datos de Doing Business, el informe del Banco Mundial para 2013, Senegal ocupa el puesto 166 perdiendo 4 con respecto al año anterior. Sus peores registros los obtiene a la hora de conseguir contratar energía (180), pero no sale bien parado en la protección a los inversores (169), registro de propiedades (173), impuestos (178) o el cumplimiento de los contratos (148)

P: La actual situación de crisis les hace perder confianza en el futuro más inmediato. ¿Avizoran problemas en el corto o medio plazo?
R: Molinos el Guanche es una empresa familiar saneada, que dedica casi el 40% de su producción a exportación y una empresa que crece, pero que como todas las empresas familiares tiene ante sí uno de los mayores retos en la continuidad y el convencimiento de la generación de relevo; que la única manera posible para desarrollar un actividad es el sacrificio personal, la continuidad en el trabajo y la fabricación del mejor producto posible. En nuestro caso, uno de nuestros hijos lleva desde los 14 años conociendo la empresa en el día a día, con la ilusión de cualquier empresario y nuestro producto es demandado por lo cual tengo el convencimiento de que Molinos El Guanche superará algún día la cuarta generación.